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De lo que hablan los jóvenes cuando hablan de amor

Todo comenzó cuando me di cuenta de lo mucho que me gusta opinar acerca de cuestiones serias. Me gusta lo serio porque, al fin y al cabo, soy una persona seria en cuanto a un sentido periodístico se refiere. De hecho, estos meses hemos hablado de muchos sucesos: la vicisitud del coronavirus, la política española, la buena y mala literatura, historia del mundo contemporáneo, etc. Ha tenido cabida también el valorado periodismo de investigación: el último ejemplo, las estafas en las redes sociales relacionadas con el trading y marketing online. Incluso, en un reportaje de investigación, destapé la mentira que utilizan los cines para favorecerse económicamente de forma ilegal. Este último, aunque se mencione penadamente, no tuvo la repercusión que quizás el asunto merecía. Culpa de no trabajar para ninguna cabecera. Serviría, sin duda, para que esas historias llegasen a un público mucho más amplio.

Imagen de pareja en silueta | Foto: Alex Iby

Juventud, divino tesoro

Pensé entonces, en volver a escribir acerca de problemáticas de las que me había alejado algo y que tenían una relación muy directa con mi persona. La —bendita— juventud. A veces se me olvida que soy parte de ese colectivo de personas que no son niños, pero tampoco son tan adultos del todo. En mis comienzos, opinaba sobre la educación sexual que recibían los adolescentes, sobre los porqués del consumo de alcohol a edades tan tempranas e, incluso, me atrevía a criticar fuertemente el sistema del bachillerato —disciplina que estudio actualmente—. Por ello, y volviendo a la faceta en la que me fascina escribir acerca de nosotros —los jóvenes— traigo una nueva cuestión en la que seguro que las críticas; —opiniones, intransferibles y más que subjetivas— vuelven a llover.

Hay una cuestión que, desde el punto de vista de la juventud, me parece muy apetecible periodísticamente. Es imprudente esto último que he dicho pues, quien lea constantemente mis artículos, pensará que a mi todo me parece «apetecible periodísticamente»; ya que es algo que siempre menciono. Pero no miento, señoría. Soy de buen comer, de ahí que todo me parezca apetecible. Dejando de lado la alegoría, la cuestión que quiero tratar es eso a lo que llaman amor; único, divino, inmenso, ciego, platónico, frenético, tierno, dulce, fervoroso y un sinfín de adjetivos más. Las relaciones afectivas comienzan su importancia en la adolescencia. Consiguen proyectarse poco a poco hasta la juventud, para más tarde seguir avanzado en una etapa más adulta. Pero, en este artículo, nos centraremos en exponer de lo que hablan los jóvenes cuando hablan del amor.

Entrevistas y entrevistados

Para este trabajo es más que evidente que necesito un trabajo de campo. No puedo tratar de recordar e inventarme lo que creo que piensan los jóvenes acerca del amor. Es precisamente esa la razón que me hizo llevar a crear una encuesta en línea —bendito internet— acerca de las relaciones afectivas para difundirla y analizar los resultados. Sacaremos provecho de las más de cincuenta respuestas que obtuvo el formulario para así ser capaces de sacar conclusiones.

Pero, antes que nada, debo dejar claro que no soy un gran experto en esta materia —ni en prácticamente ninguna—. Es por ello por lo que prefiero ponerme en manos de una profesional de la psicología. Así, será ella misma la que nos explique que es lo que sucede con las relaciones afectivas en la adolescencia. Incluso, podremos desglosar cada una de las preguntas de la encuesta con sus comentarios. Me pongo en contacto con Lara Tomás Molina, para obtener su fuente. Una colegiada que comenzó en la psicología por extrema vocación, siendo becada incluso en sus comienzos por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Es especialista en Inteligencia Emocional y Psicología Clínica, además de ser la fundadora de C’ALMA Psicología y Salud.

Encuesta, comienzo

La encuesta comenzaba preguntando por la edad, pues se trata un formulario destinado a personas de entre 14 y 22 años.  El 17,3 % de los participantes tenían entre 14 y 16 años, el 46,2 % entre 16 y 18 años y, por último, el 36,5 % tenían entre 18 y 22 años.

Quería saber qué situación entre «en una relación de pareja» y «no unido a una relación de pareja» se asemejaba más a la de los participantes. La primera opción fue la más elegida, con un 51,9%, quedando la segunda en un 49,1%.

Primer acercamiento

 Lo anterior eran preguntas introductorias para «romper el hielo», cuando lo que realmente generaba más interés venía a continuación. La siguiente pregunta refería «¿a qué edad aproximada sitúas tu primer contacto con el amor?». Una persona afirmaba a los 10 años, dos personas a los 11 años, once personas a los 12 años, catorce personas a los 13 años, catorce personas también a los 14 años, diez personas a los 15 años, cinco personas a los 16 años y tan solo una persona a los 17 años. La opción más «popular» es, sin ninguna duda, entre los 13 y 14 años.

Esto me hizo preguntarle a Lara que cuál creía que era la edad más correcta para que los adolescentes comenzaran a tener contacto con el amor: «no hay como tal una edad correcta ya que en la adolescencia el contacto físico, y junto a él, el enamoramiento, están condicionados por la liberación hormonal propia de esa etapa. De ahí́ que suelan darse esas primeras experiencias.

Además, al 86,5% le fue fácil recordar este primer contacto, mientras que al 13,5% le costó más.

Emparejados desde pequeños

La siguiente pregunta hace una referencia clave a la segunda, que hablaba de si se encontraban en una relación de pareja o no. Quería separar a los que habían respondido que no se encontraban en una relación de los que, a pesar de no estar actualmente en una, si han estado. A la pregunta «¿Has sido alguna vez parte de una relación de pareja?», el 78,8% de las personas respondió que sí, mientras que el 21,2% mencionó que no. Lo que significa que casi 8 de cada 10 entrevistados ha estado en una relación de pareja.


¿Y en cuántas relaciones han estado aquellos que han estado en una? La mayoría repite: el 40,5% ha estado solamente en una, el 38,1% ha estado en dos, el 14,3% en tres y el 4,8% en cuatro relaciones.

Pregunté a Lara entonces, si pensaba que las relaciones en la adolescencia son tomadas normalmente a la ligera, sin pensar en las consecuencias y responsabilidades que conlleva tener una pareja. A lo que me respondió: «en esta etapa también se encuentran inmaduras algunas áreas del cerebro como la corteza frontal, que interviene en la valoración del riesgo y en la planificación. Por lo que aparecen más conductas impulsivas que dificultan el que podamos tener en cuenta las consecuencias de tomar ciertas decisiones en pareja».

A tener en cuenta por los jóvenes

La siguiente pregunta trata sobre qué tienen en cuenta los adolescentes a la hora de comenzar una relación. Las opciones eran responder si se tenía en cuenta, si se tenía ligeramente en cuenta o si no se tenía en cuenta una serie de cuestiones que, como realizador, me parecieron importante preguntar.

Por el otro lado, las cuestiones eran «su físico» (10 no tengo en cuenta, 30 ligeramente en cuenta, 12 la tengo en cuenta),  «mis planes de futuro» (6 no la tengo en cuenta, 16 ligeramente en cuenta, 30 la tengo en cuenta), «sus planes de futuro, habiendo preguntado por ellos» (2 no la tengo en cuenta, 24 ligeramente en cuenta, 26 la tengo en cuenta), «si es una persona con ímpetu de estudios» (3 no la tengo en cuenta, 31 ligeramente en cuenta, 18 la tengo en cuenta), «si es una persona responsable, habiéndote dado cuenta antes» (0 no la tengo en cuenta, 13 ligeramente en cuenta, 39 la tengo en cuenta) y, por último, «si es una persona procedente de una familia acomodada económicamente» (40 no la tengo en cuenta, 12 ligeramente en cuenta, 0 la tengo en cuenta).

Pregunté entonces a Lara si, a la hora de comenzar una relación, tienen en cuenta los adolescentes sus propios planes de futuro y los de su pareja, la capacidad de responsabilidad del otro, y otras cosas como si la otra persona les puede aportar algo más que simple «proximidad». Me respondió que «no podemos generalizar ya que hay adolescentes que si piensan en sus planes de futuro y cómo afrontarlos y combinarlos con los de la pareja. No obstante, en la mayoría de los casos, debido a lo que hemos comentado antes (inmadurez cerebral, hormonas e impulsividad), la mayoría está buscando su propio sentido vital y afianzando su personalidad por lo que es difícil planificar juntos y no dejarse llevar más por la atracción y la inmediatez».

Decepciones amorosas, en la mayoría de relaciones

Llegados ya a la recta final de la encuesta, quise preguntar a los entrevistados si han sufrido alguna vez alguna decepción amorosa. Un 82,7% afirma que sí, mientras que el resto, un 17,3%, refieren que no. Lara quiso puntualizar sobre esta cuestión: «las decepciones amorosas son unos de los estresores más importantes que podemos experimentar, ya que nuestras expectativas se ven truncadas, así́ como nuestras necesidades afectivas, por lo que experimentamos un proceso de duelo al no poder vincularnos ya con la otra persona. En la adolescencia esos vínculos son todavía más intensos, por lo que pueden acarrear problemas aún más complejos.

Consecuencias de la decepción

Esto último traía una nueva pregunta. En caso de que sí hayas sufrido una decepción amorosa, ¿has sentido alguna vez alguna de estas opciones? Las opciones eran «pérdida de autoestima» (34 síes, 14 noes), «sentimiento de inadecuación» (29 síes, 19 noes), «sensación de fracaso» (31 síes, 17 noes) y, por último, «pensamiento de haber sufrido una pérdida irreparable» (27 síes, 21 noes).Unos datos que, al menos a mí persona, preocupan considerablemente. Menciona Lara que «durante la adolescencia se afianza nuestra personalidad y nuestro sentido de identidad (el qué soy y el qué me define) por lo que, si durante esta etapa sufrimos decepciones amorosas, todos los aspectos relacionados con ellos se pueden ver alterados: autoestima, amor propio, sentimientos de inutilidad, etc.».

Dependencias emocionales, las invisibles

La última pregunta para responder entre sí o no, debo reconocer que era un poco trampa. Quise probar a los entrevistados, preguntando si serían capaces de identificar una situación de dependencia emocional. Nadie, absolutamente nadie respondió que no. Algo impensable. Desde el primer momento, puse la pregunta a sabiendas de que la mayoría de los jóvenes no son capaces de identificar una situación como tal. Un 38,7% respondió que tal vez serían capaces, mientras que, el resto, un 69,2% respondió que serían capaces.

¿Qué opina Lara al respecto? «la dependencia o codependencia emocional (si es de ambos) no es fácil de identificar ya que, a pesar de que sufrimos con la relación, nos sentimos atrapados en ella (similar a una adicción), por lo que la persona suele decir que es una relación toxica, pero no sabe en qué aspectos de su vida (sociales, afectivos…) depende de la otra persona. Sin embargo, es muy importante darse cuenta de esa toxicidad para evitar problemas de autoestima, celos, etc. En las primeras relaciones esto suele ser más complicado, debido a la falta de experiencia y a la intensidad de las relaciones.

De lo que hablan los jóvenes cuando hablan de amor

La última pregunta, con la que me gustaría además despedirme, es muy genérica. Está hecha a propósito: «y, por último, pero lo más importante. ¿Qué es para ti, en estos momentos, el amor?» Dio paso a la imaginación de tal forma que algunos acabaron redactando lo equivalente a una página. Dejo por aquí alguna que otra respuesta, para que se deje claro, ahora sí, de qué hablan los jóvenes cuando hablan de amor.

«El amor, para mí, es cuando aparece alguien distinto a todo lo que has conocido hasta el momento, superar los comienzos y aun así desear estar con la otra persona. Pero sobretodo, para mí el amor, es reciprocidad».

Anónimo

«El amor existe, para mí, cuando encuentras a una persona con la que compartes metas y que te apoya en tus decisiones. Existe en una relación en la que ambas personas buscan la felicidad del otro y en la que se prioriza la empatía al egoísmo».

Anónimo

«En estos momentos, el amor es una de las cosas más importantes de mi vida. Me siento una de las personas más afortunadas del mundo al tener a esa persona que me apoya, me da cariño, y está ahí siempre que la necesito, pase lo que pase y en la situación que estemos».

Anónimo

«En mi opinión, el amor que actualmente vivo, es un amor muy alejado al ideal que hace unos años podía existir en mi cabeza. Para mí, ahora, el concepto de amor comienza por el amor propio, y teniendo esa base, poder avanzar a otro tipo de amor. En cuanto a pareja, creo que el amor principalmente es confianza, respeto y libertad. Poder ser y hacer lo que quieras, poder compartirlo con la otra persona y enriquecerte de las diferencias de ambos, desde el respeto hacia lo que cada uno es»

Anónimo

«Resulta difícil definir una palabra que engloba tantos sentimientos, pero si nos posicionamos en la rama del amor en pareja, diría que es eso que te encuentra sin buscarlo, esa necesidad innata de cuidar a alguien y hacerle bien. Que con la prodigalidad de su felicidad seas también capaz de sentirte pleno. […]»

Anónimo

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