Luce vacío el aeropuerto de Gran Canaria. Lo habitual sería, en fechas señaladas como este puente de diciembre, infinitud de movimientos y vuelos. Pero no es el caso. Tras mi espalda queda un control de seguridad sin pasajeros, con más de ocho trabajadores que no tienen a nadie a quien hacerle el propio control de seguridad. Me paseo por la terminal del aeropuerto en busca de una tienda donde poder comprar el periódico. «Perdona, ¿tienes prensa?» —pregunto en el Duty Free. Me responden que no, que al final de la terminal, a mano izquierda. Allí voy. Por el camino me cruzo con varios grupos de magrebíes. Son, sin duda alguna,…