No podemos articular palabra sin que el goteo llegue a nuestra boca. Sin que el destino se haga con nosotros. Sin que el porvenir nos juegue una mala pasada. ¿Qué será? ¿Qué será sin los besos de aquel que nos besaba o sin los abrazos de aquel que tanto nos gustaba abrazar? No estamos preparados para la muerte y, sin embargo, la muerte siempre llegará. Puede ser que, entrando en un estado de negación, algunos ignoremos la ausencia de la vida; que es mucho más que el eclipse de la luna con el sol, que lo es todo, porque a su vez no es nada. Sobre la ausencia podría escribir,…